TRADITIO SPIRITUALIS SACRI ORDINIS PREDICATORUM
INTRODUCCIÓN
El Evangelio no dedica a San José más que unas cuantas frases. Aparece sin que se nos haya dicho nada sobre su nacimiento y su vida anterior; tampoco se menciona su muerte. No se cita ninguna palabra suya.
Sin embargo, sería un error el querer medir su grandeza y su papel en los designios de Dios por el escaso lugar que ocupa en el Nuevo Testamento. El Evangelio es siempre lacónico. Tampoco de la Santísima Virgen se nos habla mucho. Sólo dice aquello que es esencial que sepamos, lo que hace una referencia directa al misterio de la Encarnación, dejando a nuestro cuidado el estudiar las Escrituras para extraer de ellas las riquezas que encierran.
Los textos del Evangelio relativos a José están repletos de tesoros ocultos. Los detalles que nos suministran, por sobrios que sean, se convierten, cuando se meditan, en extraordinariamente esclarecedores. Bastan para hacer un retrato suyo exacto y atractivo, en absoluto ficticio. Su vida oculta y aparentemente borrosa, toma a nuestros ojos un relieve impresionante.
La oscuridad en la que aparecía estar sumergido, se nos revela radiante de esplendor. Cuando más se escrutan los textos y se medita sobre ellos, más luz proyectan, descubriéndonos cosas grandes y bellas.
Con objeto de suplir los silencios de la Sagrada Escritura, hemos compuesto esta vida de San José con un espíritu semejante al que inspiró nuestra obra "Treinta visitas a Nuestra Señora de Nazaret”. Es un ensayo de reconstrucción histórica de la vida de San José y a la vez un estudio sobre su espiritualidad. Lo hemos llamado "el silencioso" para subrayar lo que, a nuestra manera de ver, es una de las características más atractivas de su persona.
¿Se trata, pues, de una obra de imaginación? En absoluto, ya que sigue lo más de cerca posible el relato evangélico y se ajusta siempre a las enseñanzas de la Iglesia.
Además, se basa en la considerable aportación de los Padres de la Iglesia, de los Doctores, teólogos y hagiógrafos, con sus reflexiones y deducciones. Hemos consultado también documentos extra bíblicos y casi contemporáneos suyos, los cuales nos han permitido colocar en su cuadro geográfico e histórico el desarrollo de la vida de José. “El período —escribe justamente Daniel-Rops— durante el cual transcurrió la infancia de la Virgen, se produjo el milagroso acontecimiento de la Anunciación y nacimiento de su Hijo, es uno de los mejor conocidos de la historia antigua”
Gracias al historiador Flavio Josefo y al Talmud, que nos suministran numerosos detalles sobre las costumbres israelitas de aquella época, resulta relativamente fácil representarnos con bastante exactitud lo que podía ser la vida de un judío piadoso y observante de la Ley.
El lector podrá hacer fácilmente una distinción entre lo que, procedente del Evangelio, es absolutamente cierto, y lo que, siendo una elaboración tomada de documentos extra-bíblicos, o reflexión teológica, no es más que una opinión probable.
Ojalá estas páginas susciten en el lector una devoción especial hacia aquel a quien la Iglesia no cesa de exaltar en la misma medida en que él quiso ocultarse y desaparecer.
¿Habrá que repetir lo que Santa Teresa de Jesús dijo sobre él?: «No me acuerdo, hasta ahora, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma, que a otros Santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto se le pide» (Libro de la vida, cap. VI).
Con su lenguaje poético, Francis Jammes prolonga el texto de Santa Teresa cuando nos hace esta promesa: «Oh, amigos míos! No, os lo juro; jamás os abandonará aquél que anda con aire pueblerino, la vara al hombro y la sonrisa en los labios...»
Fr Henri -Michel Gasnier, O.P.