Ave José, hijo de David, hombre justo y virginal, la Sabiduría está contigo, bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el fruto de María, tu fiel esposa. San José, digno Padre, Protector de Jesucristo y de la Santa Iglesia, ruega por nosotros pecadores y obtennos de Dios la Divina Sabiduría, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.

(para rezar los miércoles)
Está compuesto de siete misterios en los cuales se contemplan los sietes dolores y gozos que San José tuvo en el mundo. En cada misterio se reza, el primer miércoles de mes, un Padre nuestro, diez Ave José y un Gloria. Los demás miércoles, un Padre nuestro, un Ave José y un Gloria.
Al inicio de cada misterio se dice:
José santo, por el dolor y el gozo que probaste con motivo de (nombre del misterio), asísteme paternalmente en la vida y en la muerte.
Dolores y gozos de san José

Estando desposada su madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18).

Primer gozo: El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús (Mt 1, 20-21).
Segundo dolor:


Fueron deprisa y encontraron a María, a José y al niño reclinado en el pesebre (Lc 2,16).

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno (Lc 2,21).


Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: Mira, éste ha sido puesto como signo de contradicción para que se descubran los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34-35).

Cuarto gozo: Porque han visto mis ojos tu salvación, la que preparaste ante todos los pueblos; luz para iluminar a las naciones (Lc 2, 30-31).
Quinto dolor: La Fuga a Egipto.



Sexto dolor: El Retorno de Egipto.
El se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá (Mt 2, 21-22).

Séptimo dolor: Le estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en su busca (Lc 2, 44-45).

Al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas (Lc 2,46).
Después de rezar cada misterio se dice:
¡Jesús, María y José, yo os amo, salvad almas!
¡Corazón Castísimo de San José, sé el Guardián de nuestra familia!
Al final del Rosario, se ora:
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén.